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Esencialmente humano

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Pildoras: Arrogancia/soberbia

Pildoras: Arrogancia/soberbia

Arrogancia/soberbia: "Lo sé todo"

Las personas humildes son conscientes de que no se las saben todas. No obstante, es bueno aclarar que la humildad nada tiene que ver con los sentimientos de minusvalía o la baja autoestima: el humilde se estima a sí mismo en justa medida. No exagera sus dones ni se vanagloria de ello, no los publica, no los enrostra: los vive y los goza sin importarle demasiado la vox populi.

                        "El sabio ama el anonimato", decía Heráclito.

No sobrestimarse y reconocer las propias limitaciones implica aceptar la posibilidad del error.

Modestia balanceada, bien sustentada, lejos de la vanidad. Spinosa, en la Ética22, afirmaba que la soberbia es estimarse a uno mismo en más de lo justo:

"La sobreestimación hace soberbio con facilidad al hombre que es sobrestimado" (Proposición, 49).

Repito: la humildad es ser consciente de la propia insuficiencia. En psicología cognitiva, la actitud dogmática se define como un esquema maladaptativo cuyo contenido gira alrededor de una idea fija: soy dueño de la verdad; la cual se manifiesta en una doble conclusión: "Yo tengo la razón" y "Tú estás equivocado". Conozco una persona que se cita a sí misma como prueba de validez de sus afirmaciones: "Como yo dije en el simposio de 1995..." Y cuando un día alguien le hizo caer en cuenta de lo que estaba haciendo, replicó:"¡Pero es verdad, yo lo dije!" Maestro de sí mismo, dándose cátedra a partir de su propio saber: quien diga que la masturbación intelectual no existe no sabe de qué está hablando.

Cuentan que en cierta ocasión un maestro puso en evidencia a sus discípulos, utilizando la siguiente estratagema. Entregó a cada asistente una hoja de papel y les pidió que anotaran en ella la longitud exacta de la sala en la que se encontraban. La mayoría escribió cifras cercanas a los cinco metros y algunos agregaron entre paréntesis la palabra "aproximadamente". Luego de observar cuidadosamente las respuestas, el maestro dijo: "Nadie ha dado la respuesta correcta". "¿Cuál es?", preguntaron los alumnos el maestro dijo: "La respuesta correcta es: No lo sé". He repetido este ejercicio infinidad de veces en terapia de grupo y no me deja de sorprender el impacto que produce en las personas algo tan sencillo.

En realidad, no hemos sido educados para aceptar la propia ignorancia sin avergonzarnos por ello. Obviamente, no estoy haciendo una apología a la barbarie; más bien, intento mostrar que el "no sé" es liberador, porque nos aleja de la competencia narcisista.

Desde hace siglos, la sociedad occidental ha premiado y alabado a los que exhiben sus conocimientos y se pavonean por medio de ellos. Pero un verdadero sabio (un Sócrates cualquiera, si es que hay otro) insistirá una y otra vez en que su sabiduría no es otra cosa que la conciencia de sus propios límites. La duda progresista (no retardataria) y bien manejada induce un sentido de modestia y es un buen remedio, si no el mejor, para la testarudez. No ser presuntuoso de las propias creencias, valores o ideología, nos exime de la vanidad intelectual y el desgaste que implica querer siempre tener razón. ¿Habrá mayor paz que saber perder o no estar interesado en sobresalir?

La mente dogmática no escucha, no es receptiva, sino defensiva. Sus energías se orientan más a preparar el contraataque que a modificar los desaciertos. Es imposible que la información entre libremente a un sistema hinchado por la pedantería.

El dogmático cree que vale por lo que tiene, por su patrimonio moral, religioso, político, científico o ideológico, y que esa posesión lo asciende por encima de los demás mortales. Un profesor me dijo una vez: "No sé qué pasa, no encuentro discípulos". Los dos nos quedamos en silencio por un rato mientras tomábamos un café. Al rato le pregunté: "¿Y no será que necesitas un maestro?"Todavía me esquiva cuando me ve por los pasillos de la universidad.

¿Qué se opone a la arrogancia/soberbia?

 La virtud de la humildad, la cual consiste en reconocerse a sí mismo tal como uno es, sin sobrevalorase ni despreciarse. Si el descentramiento nos permite viajar hacia otra persona y conocerla, la humildad nos permite aprender de ella. La humildad libera la mente de la agotadora y casi siempre innecesaria competencia de querer ser más, de pavonearse, de recordarle al mundo lo que somos. La modestia, decía Jankelevich, "...nos retiene en el camino recto de la inocencia". Yo diría que, además, nos acerca al asombro. No puede haber pensamiento flexible sin humildad.

 Nota: Pildoras de mis lecturas son pequeños fragmentos de libros con contenido formativo y muy enriquecedores.  Pildoras solo pretende motivar a comprar el libro si desean profundizar, ya que pildoras solo tienes pequeños fragmentos. Estas corresponden a libro "El poder del pensamiento flexible" de Walter Riso/Grupo Editorial Norma. 

Pildoras-LA ESENCIA DEL PENSAMIENTO DOGMÁTICO

Pildoras-LA ESENCIA DEL PENSAMIENTO DOGMÁTICO

LA ESENCIA DEL PENSAMIENTO DOGMÁTICO


Pero, ¿cómo identificarlo entonces? ¿Cómo detectar hasta dónde el pensamiento se ha vuelto arcaico y fuera de contexto? Comprender la esencia del pensamiento dogmático, su estructura y su procesamiento de la información de base es esencial para darle una apertura inteligente a la mente. Haré referencia a tres aspectos claves que conforman la manera de pensar dogmática: egocentrismo ("El mundo gira a mi alrededor"}, arrogancia/soberbia ("Lo sé todo") y ausencia de autocrítica e intolerancia a la crítica ("Nunca me equivoco").
Egocentrismo: "El mundo gira a mi alrededor"

Las personas egocéntricas ven el mundo desde su propia perspectiva y desconocen que los demás puedan tener puntos de vista diferentes, confiables y racionales. No es lo mismo ser egoísta que ser egocéntrico. El egoísmo tiene que ver con la incapacidad de amar a otros, el egocentrismo es ser prisionero de su propio punto de vista. La incapacidad de reconocer que los otros pueden pensar distinto a uno destruye cualquier relación u opción de diálogo. Estar centralizado en uno mismo implica ruptura, aislamiento, mutismo e incomprensión. El niño pequeño se asombra cuando descubre que las demás personas de su entorno no piensan igual que él y los adultos dogmáticos se ofenden cuando alguien no coincide con su manera de pensar y rápidamente resaltan la diferencia:

Hace poco, tuve la oportunidad de pasar unas horas con una amiga extremadamente egocéntrica. A cada comentario mío, ella hacía referencia a algún aspecto de su vida. Por ejemplo, cuando comencé a relatarle un viaje que había hecho, me interrumpió y habló quince minutos seguidos sobre sus aventuras viajeras. En otro momento, mencioné que había comprado una escultura en una subasta y su respuesta fue una descripción minuciosa sobre todos los santos, esfinges y grabados que reposaban en su casa, pero nunca se interesó por mi escultura. A lo largo de todo el tiempo que estuvimos hablando, nunca me preguntó: "Tú, ¿qué piensas? Tú, ¿qué sientes?". Sólo había un "yo" central y ningún "tú" con quién intercambiar información.

Viendo esto, decidí ponerla a prueba: "Creo que puedo tener un cáncer, ayer me hice unos exámenes...".Y la actitud fue la misma; atropelladamente, comenzó a contarme la historia de una tía a la que habían operado y que finalmente había muerto. Después de un tiempo de "exclusión", le hice saber cómo me estaba sintiendo: "Espero que no lo tomes a mal... No sé si te hayas dado cuenta, pero en el rato que llevamos, has centralizado toda la conversación en tu persona y no has mostrado el mínimo interés por lo que pienso... Quería decírtelo porque realmente es incómodo no sentirse escuchado seriamente..."

Para mi sorpresa, soltó una carcajada y dijo: "Tienes razón; siempre he sido así... Creo que esto tiene su historia. No sé si te conté que mis padres eran poco comunicativos, por eso..." Y siguió hablando de sí misma.

Hasta hace unos años se pensaba que solamente los niños pequeños eran egocéntricos, pero un sinnúmero de investigaciones demostraron que la mayoría de los sujetos humanos mayores también lo son. Las personas dogmáticas cuentan con un "yo totalitario" que rechaza tajantemente cualquier información distinta a la que ya tienen. Si solamente creo en mí y pienso que los demás están equivocados, la intransigencia se multiplica de manera exponencial.

El egocentrista no está preparado para la discrepancia porque simplemente no la concibe como válida. Esta operación mental, por medio de la cual uno se convierte en el epicentro del cosmos y niega la oposición por decreto, también se conoce como personalización. Algunos investigadores hallaron que en la adolescencia este fenómeno de personalización adquiere dos manifestaciones: la audiencia imaginaria (creerse que uno vive en un escenario donde todos lo miran, evalúan y critican) y la fábula personal (en la cual el individuo piensa que él y sus pensamientos y sentimientos son especiales y únicos). Vaya a saber cuántas "fábulas" y "audiencias imaginarias" revolotean en las mentes dogmáticas.
¿Qué es lo que se opone al egocentrismo? El descentramiento. La capacidad de ponerse en los zapatos del otro, hacer un giro mental y abrirse a todo tipo de información. Significa democratizar la mente y permitir que esta interactúe directamente con el mundo y sin tanto autoengaño. No puede haber pensamiento flexible sin descentramiento.

En la proximo articulo de Pildoras   ”Arrogancia/soberbia: "Lo sé todo"

Pildoras:De un pensamiento dogmático a un pensamiento crítico

Podemos definir el dogmatismo como la incapacidad de dudar de lo que se cree: es decir, una clara manifestación de arrogancia intelectual o moral. Los dogmáticos son personas que aseguran estar en la posesión de la verdad y haber alcanzado la certeza.

¿Quién no conoce alguno? Cierta vez leí que cuando le preguntaron a Cari Jung si tenía fe en Dios, respondió:"No tengo fe, sino certeza". No me imagino teniendo una discusión abierta y flexible sobre la existencia de Dios con Jung o con personas con tal nivel de convencimiento, ya que para ellos la cuestión está definitivamente resuelta.

Una mente dogmática es aquella que vive anclada a sus creencias de manera radical, las cuales considera inamovibles y más allá del bien y del mal.

Y no sólo me refiero a los preceptos religiosos, sino a todo conjunto de ideas que, atrincherado en procesos defensivos, pretenda sobrevivir a cualquier costo, incluso a través de la ignorancia.

EL COCTEL RETARDATARIO: DOGMATISMO, FUNDAMENTALISMO Y OSCURANTISMO

Existen mentes fundamentalistas (que piensan que las bases de sus creencias no son discutibles) y hay mentes oscurantistas (qué se oponen al progreso y a la difusión de la cultura propia y ajena). Generalmente, ambos factores van juntos, especialmente en la conformación de sectas, sean estas religiosas, esotéricas, políticas, empresariales, mágicas o pseudocientíficas.

 Una mente sectaria es la que compagina el dogmatismo, el fundamentalismo y el oscurantismo en un estilo de vida destinado a estancar el desarrollo humano y personal:

• "Soy dueño de la verdad" (dogmatismo).

  "Los cimientos de mi verdad no son discutibles" (fundamentalismo).

• "La difusión de información actualizada es peligrosa para los intereses personales o grupales" (oscurantismo)

Un ama de casa adinerada se sentía profundamente alterada y ansiosa debido a los constantes enfrentamientos que mantenía con las dos empleadas domésticas que trabajaban en su casa. La mujer sufría si conversaban entre ellas, si se acostaban más temprano de la cuenta, si comían demasiado, si utilizaban el teléfono o si cantaban mientras hacían las tareas.

Cuando ellas salían los domingos, faltando media hora para el regreso, la señora ya estaba mirando el reloj y anticipando que llegarían tarde. Mi paciente era víctima de tres creencias entremezcladas: (a) una creencia dogmática: "La función de la empleada doméstica es servirme cada vez que yo quiera y de la manera que me dé la gana"; (b) un principio no discutible, claramente fundamentalista:"Por eso les pago", y (c) una posición oscurantista: "No quiero que estudien, porque si lo hacen, les van a llenar la cabeza de cucarachas y van a terminar rebelándose".

Además de un perfil claramente obsesivo, sus pensamientos constituían un esquema rígido clasista que no la dejaba vivir en paz y que, de paso, atentaba contra los derechos de sus trabajadoras.

El pensamiento dogmático, por definición, es retrógrado, vive aferrado al pasado y no prospera, o si avanza, lo hace a los tumbos y lentamente. La mayoría de los seres humanos guardamos en nuestra mente algunos rasgos representativos de una "Edad Media" individual, lugares oscuros y absolutistas que se oponen tozudamente a la razón y que hemos ido construyendo a lo largo de nuestra vida. Las supersticiones, fanatismos, irracionalidades o arbitrariedades van echando raíces y creando una tradición absolutista, difícil de erradicar..

(Recuerdo que “Píldoras”  son resúmenes de libros interesantes para el crecimiento personal. Estamos trabajando  en este momentos con el libro “El poder del pensamientos flexible” de Walter Riso

Pildoras: El pluralismo

Cuentan que un hombre estaba poniendo flores en la tumba de su esposa, cuando vio a un anciano chino colocando un plato de arroz en otra tumba. El hombre se dirigió al chino y le preguntó: "Disculpe, señor, ¿de verdad cree usted que el difunto vendrá a comer arroz?" "Claro", respondió el chino, "cuando el suyo venga a oler las flores".

Una mente flexible quizás habría sentido cierta curiosidad y hubiera realizado una pregunta menos irónica. Por ejemplo:"Discúlpeme, señor, ¿por qué pone un plato con arroz? No conozco esa costumbre y me gustaría saber más al respecto, si no le molesta". No es fácil ponerse en otro punto de vista, sobre todo, en una cultura que promueve el egocentrismo en todas sus formas. Creemos a cabalidad que nuestras costumbres están más justificadas que las de los demás, no vemos la viga en el propio ojo.

La mente flexible es responsiva y sensible a otros puntos de vista sin verse necesariamente en la obligación de aceptarlos. Incluye a los demás, viaja hacia ellos, intentando averiguar sus respectivos fundamentos y su parecer. Pero este viaje sólo es posible si se hace con humildad, sin la vanidad del que se las sabe todas.

Algunas ventajas de la mente flexible

El buen juicio que caracteriza a las personas de mente abierta genera buenas decisiones y permite establecer relaciones amables y empalicas con la gente que nos rodea. Veamos los beneficios que otorga la flexibilidad:

• Las relaciones interpersonales son amables y constructivas porque la gente no se siente amenazada y, además, uno no pretende ganar o tener razón a cualquier precio.

• Vivir en paz con uno mismo, es decir, no sentirse violentado al tener que imponerle al mundo una estructura determinada de pensamiento.

• Las cosas fluyen sin tantos requisitos: la solución de problemas y las decisiones se dan con facilidad porque uno está abierto al cambio.

• Los niveles de estrés y depresión bajan porque la mente flexible sabe perder y no se aferra a los imposibles. Dicho de otra forma, la mente flexible funciona con los pies en la tierra.

• Las mentes flexibles crecen y desarrollan su potencial humano porque no están interesadas en verdades consumadas. La vida buena es algo que surge de la exploración y el autodescubrimiento libre.

• La risa y el humor forman parte de la vida cotidiana de las personas flexibles; la amargura y la formalidad recalcitrantes son eliminadas de cuajo. ¿Habrá mayor síntoma de salud mental que no tomarse uno mismo muy en serio?

Los niveles de prevención y desconfianza bajan ostensiblemente cuando existe flexibilidad mental:

Hay más amigos que enemigos, más compasión que indiferencia, más amor que guerra.

Ser flexible mejora el sueño y todas las actividades somáticas, porque uno deja de pelear con el mundo y se concentra en lo que vale la pena.

Tal como lo demuestran todas las tradiciones espirituales y la psicología cognitiva y positiva contemporánea, la mentalidad flexible hace que las personas se sientan más felices y se aproximen más a la sabiduría.

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El camino del medio

Cuando estaba en el bachillerato, el profesor de geometría descriptiva era el ogro del colegio. Cada examen era una tortura porque el noventa y cinco por ciento de los alumnos reprobaba. Uno de mis compañeros de curso decidió un día hacerle frente al hombre y decirle que su evaluación no era confiable, ya que si fallaban tantos, podía estar pasando una de las siguientes cosas:
(a) el nivel de exigencia era extremado, o
(b) las explicaciones que daba el profesor eran insuficientes. De hecho, creo que cualquier persona que haya ejercido la docencia con un criterio razonable sabe que si nadie aprueba un examen, hay que revisar los procedimientos de aprendizaje utilizados.

Pero el profesor en cuestión tenía otra teoría: "Lo único que demuestran los malos resultados obtenidos es que este es un curso de imbéciles". El señor vivía en el limbo de los autoritarios y jamás aceptó revisar su estilo pedagógico. En realidad, si alguien opinaba algo en contra, inmediatamente se sentía ofendido y comenzaba a sancionar indiscriminadamente a los disidentes. Nunca comprendí por qué el colegio dejaba ejercer la docencia a semejante personaje.

¿Cómo podría haber actuado una persona flexible en su lugar? Pues la solución hubiese sido muy sencilla: calibrar el nivel de exigencia y revisar el sistema de evaluación (después de todo, la tenebrosa idea de que la "la letra con sangre entra" no es otra cosa que la manifestación de un sadismo pedagógico que sólo conduce al odio y a la deserción escolar). Entre la demanda irracional (metas educativas inalcanzables) y la complacencia irresponsable (metas educativas pobres), existe un punto medio donde el requerimiento se hace moderado y congruente con las capacidades reales de los estudiantes.

Entre la filosofía nerd y la dejadez, hay una forma comprometida de estudio donde la salud mental sale bien librada. Una mente flexible hubiera sido humilde y habría pensado más en el bienestar de los estudiantes que en llevarse el punto de manera arrogante.

Vale la pena señalar, una vez más, que la flexibilidad no es un "estado de la mente" sino un proceso dinámico de observación y autoevaluación permanente. Lo que intenta la mente flexible es establecer una carretera por dónde transitar con moderación, sin asfixiarse ni darse contra las paredes.

La búsqueda del camino del medio aparece en prácticamente todas las tradiciones filosóficas y espirituales con distintas denominaciones: "camino del medio" (Buda),"armonía" (Confiado),"equilibro dinámico" (LaoTse),"prudentia" (Tomás de Aquino) o "phronesis" (Aristóteles).

Pero incluso el camino del medio tiene excepciones Aristóteles enseñaba que algunas actuaciones son en sí mismas malas o dañinas y no admiten puntos intermedios. ¿Cuál sería el punto medio de un violador? ¿Violar sólo un poco?

Hay "vicios" que no permiten sino la exclusión, ya que no es posible establecer virtud alguna en su ponderación. ¿Cómo ser menos asesino, menos torturador, menos esclavo?

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Tres principios de la mente flexible

Ser flexible es un arte, una excelencia o una virtud compuesta de, al menos, tres principios: la excepción a la regla, el camino del medio y el pluralismo.

1. La excepción a la regla

Recuerdo que cierta vez, en pleno vuelo, mi compañera de asiento le pidió a la azafata utilizar el baño de clase ejecutiva porque el de clase turista estaba ocupado y habia bastante gente en espera. La razón que esgrimió fue poderosa: estaba embarazada y no se sentía muy bien. Como si fuera un robot, la respuesta de la aeromoza se ciñó estrictamente al manual de funciones: "Lo siento, señora, pero ese baño sólo lo pueden utilizar las personas de la clase ejecutiva". La mujer insistió con angustia: "¡Por favor, es que estoy muy mal!" La azafata repitió su mensaje mecánicamente: "Usted no pertenece a esa clase".Yo intervine, tratando de convencerla: "¿Por qué no hace una excepción? Además, el baño de la clase ejecutiva está desocupado". Su respuesta, una vez más, fue tajante: "No estoy autorizada para hacer excepciones". En fin, no hubo poder humano que la hiciera cambiar de opinión y considerar que el bienestar de una persona es más importante que la obediencia a un reglamento. En realidad, no procesó ninguna opinión distinta a la que estaba ya asentada en su pétrea mente.

¿Cómo podría haber actuado una persona flexible en esa situación? Habría sopesado lo que estaba enjuego y ponderado ventajas y desventajas, además de los valores implicados (v.g."¿El bienestar humano es más importante que el reglamento?"). Podría pensarse que el miedo a los superiores pudo ser una variable que haya afectado las decisiones de la azafata en cuestión; sin embargo, es claro que uno puede y debe tener un margen para improvisar y enfrentar lo inesperado, ya que un manual no puede contener el saber total (a no ser que se considere "sagrado"). Y también es evidente, al menos para mí, que si la empresa en la cual estoy trabajando privilegia las reglas sobre las personas, la renuncia sería la mejor opción o la salida más digna.

Buscar la excepción, la irregularidad de ciertas pautas establecidas, sugiere aterrizar las ideas, someterlas a contrastación y humanizarlas. Implica poner la certeza en remojo. La mente flexible confronta los principios, criterios o mandatos, tratando de definir las fronteras a partir de las cuales dejan de funcionar. Por ejemplo, el valor de la perseverancia requiere de un límite para que no se convierta en fanatismo: "aprender a perder". El valor de la modestia/humildad necesita de la autoestima para no caer en la negación del "yo". El valor del autodominio requiere del derecho al placer o a la felicidad si no queremos terminar en una apología al autocastigo y los cilicios. La mansedumbre sin dignidad es bajeza o humillación. En otras palabras, la mente flexible tiene en cuenta la norma, pero también aquellos factores complementarios y equilibrantes que la apaciguan.

El siguiente caso hipotético, citado con frecuencia en bioética, muestra con claridad las consecuencias que pueden surgir de un dilema ético. Un farmacéutico está cerrando la farmacia y, en ese preciso instante, llega un padre angustiado a solicitarle un medicamento porque su hijo tiene un ataque de asma y podría morirse si no se lo administra. El dueño del local mira con parsimonia el reloj que está expuesto en la pared y dice: "Lo siento, cierro a las ocho de la noche y son las ocho y un minuto". El padre alega que no hay otra farmacia abierta a esa hora y que si no le vende el medicamento, su hijo morirá. La respuesta del hombre es terminante:"¿No me entendió, señor? Ya cerré". El papá, al borde de un ataque de nervios, le suplica, le pide que se ponga en su lugar, que piense en su hijo... Pero el otro se atrinchera detrás de la puerta, le pone llaves, apaga las luces y se retira al interior del local. Independientemente de la irracionalidad del farmacéutico, lo que me interesa señalar es su

incapacidad para crear alternativas de solución cuando las pautas prefijadas no funcionan. La pregunta es obvia: ¿No podría cerrar el local cinco minutos después? La historia termina en que el papá del niño rompe el vidrio, penetra con furia a la farmacia y se lleva el medicamento a la fuerza. ¿Qué tipo de falta es más censurable? ¿Penetrar en una propiedad privada sin autorización y robarse un remedio (sancionado por la ley) o dejar morir a un enfermo porque su padre llegó un minuto tarde (sancionado por la moral)? ¿Hasta dónde queda justificada la acción de robar para salvar una vida? En definitiva: la ley vs. la moral. No todo lo legal es ético, ni todo lo ético es legal. Obviamente, no estoy sugiriendo que se deba violar la ley cada vez que queramos; simplemente intento mostrar las consecuencias de no tener en cuenta las excepciones.Vale la pena acotar que en las encuestas realizadas sobre este caso en particular, la mayoría de los encuestados suelen estar de acuerdo con la actitud del padre. No me cabe duda de que la rigidez puede llegar hasta este extremo o más.

¿Podría haber creado Hider una excepción a su demencial idea del antisemitismo y aceptar, así sea a regañadientes, que algunos judíos podían ser tan o más brillantes que los alemanes? Obviamente no, porque hubiera puesto a tambalear su doctrina de la supremacía racial. Las ideas dogmáticas se mantienen a sí mismas eliminado toda posibilidad de duda y cualquier caso particular que se salga del esquema que les sirve de sustento.

 

Pildoras: LA MENTE FLEXIBLE

Mientras la mente rígida está petrificada y cerrada al cambio y la mente líquida es gaseosa, la mente flexible posee un cuerpo modificable. No está fija en un punto ni se desliza por cualquier parte sin rumbo, sino que posee una dirección renovable. A la mente flexible le gusta el movimiento, la curiosidad, la exploración, el humor, la creatividad, la irreverencia y, por sobre todo, ponerse a prueba. Si la mente obstinada cierra la puerta al mundo para no poner en duda sus estructuras internas y la mente líquida la abre de par en par (aunque sin discernimiento), la mente flexible deja la puerta entreabierta. Lo positivo de la mente rígida es que posee ideas, lo negativo es que se enreda en ellas al pensar que son inmutables y eternas. Lo positivo de la mente líquida es que no pone barreras, lo negativo es la carencia de puntos de vista. La mente flexible mantiene opiniones, tiene creencias y principios, pero está dispuesta al cambio y en pleno contacto con la realidad.

La mentalidad amplia o abierta utiliza el pensa­miento crítico como guía de sus decisiones. Se opone al dogmatismo en tanto es capaz de dudar de lo que cree cuando hay por qué dudar, es decir, cuando la lógica (buenos argumentos) y la evidencia (el peso significativo de los hechos) la cuestionan y, por lo tanto, la obligan a examinar en serio los propios esquemas.

De acuerdo a los psicólogos Peterson y Seligman, podríamos decir que la mente abierta o flexible responde a una virtud correctiva que está incluida prácticamente en todos los catálogos de valores, recientes y antiguos, exaltando la cualidad del buen juicio, la racionalidad y la apertura a otras opiniones.

Tres principios de la mente flexible

 Ser flexible es un arte, una excelencia o una virtud compuesta de, al menos, tres principios: la excepción a la regla, el camino del medio y el pluralismo.   Cada uno lo tendremos en las próximas entregas de píldoras

Pildoras: LA MENTE LÍQUIDA

Píldoras: El poder del pensamiento flexible-Walter riso

¿Quién no ha estado alguna vez con alguien que lo único que hace es no tomar partido por nada o adopta alternativamente posiciones contradictorias sin intentar resolverlas o siquiera comprenderlas?

Recuerdo que en cierta ocasión asistí a un seminario con el sociólogo Lipovetsky y cuando le preguntaron si era de derecha o izquierda, respondió tranquilamente: "Depende del día; a veces soy de izquierda y a veces soy de derecha". Esa actitud sorprendió a gran parte del auditorio y a mí también. Asumir una actitud flexible no implica ser una veleta en la mitad del océano.

Andar a la deriva en cuestiones ideológicas o éticas, sin un camino claro por donde transitar, puede resultar altamente contraproducente para el sujeto e incluso para la sociedad que habita. Imaginemos que un ministro de economía dijera: "Según mi estado de ánimo, a veces soy conservador y a veces liberal". ¿Su ministerio tendría éxito? Muy probablemente no; la economía sería un fenómeno indescifrable y vaporoso y las protestas irían en aumento.

No digo que haya que resolver siempre y a cualquier costo todas las dudas y los conflictos en los cuales estamos enfrascados, pero tampoco debemos necesariamente quedar atrapados en ellos y eliminar mágicamente cualquier proceso de toma de decisión en aras de una comodidad intelectual o emocional. Ciertas contradicciones son insostenibles per se; por ejemplo: un ateo creyente, un psicópata defensor de los derechos humanos o un verdugo tierno.

¿Cuál podría haber sido una posición menos líquida frente a la disyuntiva planteada sobre ser de derecha o izquierda? Quizás algo menos blando y despreocupado. Por ejemplo:"No sé, no estoy seguro, estoy en la búsqueda y revisando ciertas cuestiones: hay cosas de la derecha que me parecen acertadas y otras de la izquierda que me parece que podrían funcionar. No estoy matriculado de una manera categórica en ninguno de los dos, pero estoy revisando el tema".

Una de las cuestiones básicas que definen la flexibilidad es precisamente el proceso de búsqueda abierta de información sin temor al cambio. La gente flexible no carece de opiniones, las tiene, pero no son intocables. Es decir, la flexibilidad psicológica se mueve entre el dogmatismo tenebroso de las mentes oscuras y la indolencia haragana de las mentes etéreas.

El punto medio son las convicciones racionales y razonadas: "Tengo ideas, puedo sustentarlas racionalmente y estoy dispuesto a oír seriamente el otro punto de vista".

Una mente indefinida y apática es una mente voluble y despersonalizada, que no es capaz de reconocerse a sí misma. Es líquida: se escapa, se derrama, toma la forma del recipiente que la contiene o permanece indefinida e inconsistente. Vaciada de toda idea, la mente líquida le coquetea al nihilismo, no fija posición ni se compromete.

Una cosa es apegarse irracionalmente a las propias creencias como si fueran una verdad absoluta y otra es fluctuar entre los extremos de una indefinición que jamás toma forma. La mente líquida piensa que si todo es relativo, nada vale, nada es cierto. Repito: una cosa es tener posturas flexibles y otra muy distinta no saber dónde está parado uno.

El problema no es el pensamiento, sino cómo pensamos. La mente líquida pone todo el control afuera, se deja llevar por la marejada y, por eso, es mediocre y trivial. Es mejor mimetizarse, diluirse en el conjunto.

Indiferenciado de la población, pasar desapercibido y eludir cualquier responsabilidad. La motivación se convierte en algo tan instantáneo y volátil, que la sola idea de profundizar produce molestia, pero no por miedo a que las ideas tambaleen como haría el dogmático, sino por simple y llana pereza. La mente líquida circula, pasa, atraviesa y tristemente no deja huellas. Su negligencia está en la omisión, en permanecer ocultaren no brillar con luz propia.

Similar a lo que ocurre con algunas personalidades, la mentalidad líquida no posee una identidad definida que permita establecer un perfil.