Blogia
Esencialmente humano

Pildoras: Arrogancia/soberbia

Pildoras: Arrogancia/soberbia

Arrogancia/soberbia: "Lo sé todo"

Las personas humildes son conscientes de que no se las saben todas. No obstante, es bueno aclarar que la humildad nada tiene que ver con los sentimientos de minusvalía o la baja autoestima: el humilde se estima a sí mismo en justa medida. No exagera sus dones ni se vanagloria de ello, no los publica, no los enrostra: los vive y los goza sin importarle demasiado la vox populi.

                        "El sabio ama el anonimato", decía Heráclito.

No sobrestimarse y reconocer las propias limitaciones implica aceptar la posibilidad del error.

Modestia balanceada, bien sustentada, lejos de la vanidad. Spinosa, en la Ética22, afirmaba que la soberbia es estimarse a uno mismo en más de lo justo:

"La sobreestimación hace soberbio con facilidad al hombre que es sobrestimado" (Proposición, 49).

Repito: la humildad es ser consciente de la propia insuficiencia. En psicología cognitiva, la actitud dogmática se define como un esquema maladaptativo cuyo contenido gira alrededor de una idea fija: soy dueño de la verdad; la cual se manifiesta en una doble conclusión: "Yo tengo la razón" y "Tú estás equivocado". Conozco una persona que se cita a sí misma como prueba de validez de sus afirmaciones: "Como yo dije en el simposio de 1995..." Y cuando un día alguien le hizo caer en cuenta de lo que estaba haciendo, replicó:"¡Pero es verdad, yo lo dije!" Maestro de sí mismo, dándose cátedra a partir de su propio saber: quien diga que la masturbación intelectual no existe no sabe de qué está hablando.

Cuentan que en cierta ocasión un maestro puso en evidencia a sus discípulos, utilizando la siguiente estratagema. Entregó a cada asistente una hoja de papel y les pidió que anotaran en ella la longitud exacta de la sala en la que se encontraban. La mayoría escribió cifras cercanas a los cinco metros y algunos agregaron entre paréntesis la palabra "aproximadamente". Luego de observar cuidadosamente las respuestas, el maestro dijo: "Nadie ha dado la respuesta correcta". "¿Cuál es?", preguntaron los alumnos el maestro dijo: "La respuesta correcta es: No lo sé". He repetido este ejercicio infinidad de veces en terapia de grupo y no me deja de sorprender el impacto que produce en las personas algo tan sencillo.

En realidad, no hemos sido educados para aceptar la propia ignorancia sin avergonzarnos por ello. Obviamente, no estoy haciendo una apología a la barbarie; más bien, intento mostrar que el "no sé" es liberador, porque nos aleja de la competencia narcisista.

Desde hace siglos, la sociedad occidental ha premiado y alabado a los que exhiben sus conocimientos y se pavonean por medio de ellos. Pero un verdadero sabio (un Sócrates cualquiera, si es que hay otro) insistirá una y otra vez en que su sabiduría no es otra cosa que la conciencia de sus propios límites. La duda progresista (no retardataria) y bien manejada induce un sentido de modestia y es un buen remedio, si no el mejor, para la testarudez. No ser presuntuoso de las propias creencias, valores o ideología, nos exime de la vanidad intelectual y el desgaste que implica querer siempre tener razón. ¿Habrá mayor paz que saber perder o no estar interesado en sobresalir?

La mente dogmática no escucha, no es receptiva, sino defensiva. Sus energías se orientan más a preparar el contraataque que a modificar los desaciertos. Es imposible que la información entre libremente a un sistema hinchado por la pedantería.

El dogmático cree que vale por lo que tiene, por su patrimonio moral, religioso, político, científico o ideológico, y que esa posesión lo asciende por encima de los demás mortales. Un profesor me dijo una vez: "No sé qué pasa, no encuentro discípulos". Los dos nos quedamos en silencio por un rato mientras tomábamos un café. Al rato le pregunté: "¿Y no será que necesitas un maestro?"Todavía me esquiva cuando me ve por los pasillos de la universidad.

¿Qué se opone a la arrogancia/soberbia?

 La virtud de la humildad, la cual consiste en reconocerse a sí mismo tal como uno es, sin sobrevalorase ni despreciarse. Si el descentramiento nos permite viajar hacia otra persona y conocerla, la humildad nos permite aprender de ella. La humildad libera la mente de la agotadora y casi siempre innecesaria competencia de querer ser más, de pavonearse, de recordarle al mundo lo que somos. La modestia, decía Jankelevich, "...nos retiene en el camino recto de la inocencia". Yo diría que, además, nos acerca al asombro. No puede haber pensamiento flexible sin humildad.

 Nota: Pildoras de mis lecturas son pequeños fragmentos de libros con contenido formativo y muy enriquecedores.  Pildoras solo pretende motivar a comprar el libro si desean profundizar, ya que pildoras solo tienes pequeños fragmentos. Estas corresponden a libro "El poder del pensamiento flexible" de Walter Riso/Grupo Editorial Norma. 

0 comentarios