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Esencialmente humano

Pildoras:De un pensamiento dogmático a un pensamiento crítico

Podemos definir el dogmatismo como la incapacidad de dudar de lo que se cree: es decir, una clara manifestación de arrogancia intelectual o moral. Los dogmáticos son personas que aseguran estar en la posesión de la verdad y haber alcanzado la certeza.

¿Quién no conoce alguno? Cierta vez leí que cuando le preguntaron a Cari Jung si tenía fe en Dios, respondió:"No tengo fe, sino certeza". No me imagino teniendo una discusión abierta y flexible sobre la existencia de Dios con Jung o con personas con tal nivel de convencimiento, ya que para ellos la cuestión está definitivamente resuelta.

Una mente dogmática es aquella que vive anclada a sus creencias de manera radical, las cuales considera inamovibles y más allá del bien y del mal.

Y no sólo me refiero a los preceptos religiosos, sino a todo conjunto de ideas que, atrincherado en procesos defensivos, pretenda sobrevivir a cualquier costo, incluso a través de la ignorancia.

EL COCTEL RETARDATARIO: DOGMATISMO, FUNDAMENTALISMO Y OSCURANTISMO

Existen mentes fundamentalistas (que piensan que las bases de sus creencias no son discutibles) y hay mentes oscurantistas (qué se oponen al progreso y a la difusión de la cultura propia y ajena). Generalmente, ambos factores van juntos, especialmente en la conformación de sectas, sean estas religiosas, esotéricas, políticas, empresariales, mágicas o pseudocientíficas.

 Una mente sectaria es la que compagina el dogmatismo, el fundamentalismo y el oscurantismo en un estilo de vida destinado a estancar el desarrollo humano y personal:

• "Soy dueño de la verdad" (dogmatismo).

  "Los cimientos de mi verdad no son discutibles" (fundamentalismo).

• "La difusión de información actualizada es peligrosa para los intereses personales o grupales" (oscurantismo)

Un ama de casa adinerada se sentía profundamente alterada y ansiosa debido a los constantes enfrentamientos que mantenía con las dos empleadas domésticas que trabajaban en su casa. La mujer sufría si conversaban entre ellas, si se acostaban más temprano de la cuenta, si comían demasiado, si utilizaban el teléfono o si cantaban mientras hacían las tareas.

Cuando ellas salían los domingos, faltando media hora para el regreso, la señora ya estaba mirando el reloj y anticipando que llegarían tarde. Mi paciente era víctima de tres creencias entremezcladas: (a) una creencia dogmática: "La función de la empleada doméstica es servirme cada vez que yo quiera y de la manera que me dé la gana"; (b) un principio no discutible, claramente fundamentalista:"Por eso les pago", y (c) una posición oscurantista: "No quiero que estudien, porque si lo hacen, les van a llenar la cabeza de cucarachas y van a terminar rebelándose".

Además de un perfil claramente obsesivo, sus pensamientos constituían un esquema rígido clasista que no la dejaba vivir en paz y que, de paso, atentaba contra los derechos de sus trabajadoras.

El pensamiento dogmático, por definición, es retrógrado, vive aferrado al pasado y no prospera, o si avanza, lo hace a los tumbos y lentamente. La mayoría de los seres humanos guardamos en nuestra mente algunos rasgos representativos de una "Edad Media" individual, lugares oscuros y absolutistas que se oponen tozudamente a la razón y que hemos ido construyendo a lo largo de nuestra vida. Las supersticiones, fanatismos, irracionalidades o arbitrariedades van echando raíces y creando una tradición absolutista, difícil de erradicar..

(Recuerdo que “Píldoras”  son resúmenes de libros interesantes para el crecimiento personal. Estamos trabajando  en este momentos con el libro “El poder del pensamientos flexible” de Walter Riso

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