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Esencialmente humano

Autodescubrimiento--Autoconocimiento

Autodescubrimiento--Autoconocimiento

Una frase, un mandato, un personaje…
Una frase…
Un mandato…
Un personaje…

Una frase: en algún momento de tu infancia, casi sin darte cuenta, ante determinadas ausencias, te prometiste ser el Protector de alguien. Te dijiste (consciente o inconscientemente) “Voy a cuidar de…”. Podría ser tu madre, tu padre, tu hermano o alguien a quien viste vulnerable.
Un mandato: si eras el Protector, como todo protector, debías ser fuerte. También debías estar alerta ante la fragilidad del otro. Por supuesto, no debías traer problemas.
Un personaje: se te adhirió la imagen de Protector. “Compraste” el personaje y “lo compraron” los demás. Hoy debes estar a la altura de ese atributo. Nunca te preguntas si necesitas ayuda; mucho menos irás a pedirla. Tu vulnerabilidad la disimulas por más que pretenda aparecer con todo tipo de síntomas.

Una frase: desde muy pequeño te transmitieron que nadie debía pisotearte. Lo expresaron más o menos así: “No cedas, no seas tonto, hazte valer porque en este mundo sobreviven los que se imponen”.
Un mandato: tomó tanta relevancia esta frase que se convirtió en tu lema. En el trabajo, con tus amigos, o con tu pareja, te obligas a no ceder. Vives a la defensiva. No dejas pasar ningún comentario de los demás sin demostrar que nadie te pisoteará.
Un personaje: te convertiste en el Duro. Nunca pides perdón, nunca reconoces un error, nunca cedes en tus deseos o pretensiones. Nadie se te impone, pero lastimas. Nadie se te acerca más de lo que permites, pero alejas a los que más te quieren.

Una frase: de pequeño eras muy educadito, te portabas bien y nunca causabas problemas. Te dijeron: “Qué bueno que es el nene, nunca trae problemas, casi ni se nota cuando está en un lugar”.
Un mandato: obediente como eres, te apegaste al concepto de “no molestar a los demás”. Todo el tiempo esta idea ronda en tu cabeza.
Un personaje: te convertiste en el Bueno que No Molesta. Tratas de pasar desapercibido. Nunca expresas el enojo. Te corres del medio a cada instante. En función de No Molestar no te permites ser quien en realidad quieres ser.

Una frase, un mandato, un personaje.
¡Qué bueno es proteger a alguien que lo necesite!
¡Cuán necesario es poner límites para no perder la dignidad!
¡Bienvenidos sean los seres que no se obsesionan con el protagonismo!
Son buenos y saludables estos tres conceptos de vida. Pero la fuerza de ciertas frases, los mandatos y los personajes que construimos posteriormente, llevaron estas actitudes a un punto enfermizo. Lo que podría ser sano en una medida, por el imperio de la rigidez y la exageración, se nos vuelve en contra y limita nuestra vida.
No es saludable proteger todo el tiempo.
No es saludable vivir marcando nuestro territorio a cada instante.
No es saludable ser tan “bueno” si eso nos lleva al punto de la alienación.

Amigo, analiza en este día si alguna frase se te encarnó en algún momento como para convertirse en mandato y para que luego construyas un personaje. Si encontraras algo en este sentido, plantéate cuánto has perdido en tu vida por este proceso. Y ten fe, de a poco, puedes repensar esa frase y convertirla en otra que te haga bien, que sea saludable y que te permita relacionar aún mejor con los demás.
 
 
Peces
Gustavo Bedrossian

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