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TRES TIPOS DE MENTES: RÍGIDA, LÍQUIDA Y FLEXIBLE

Las personas tienen formas distintas de relacionarse con la información disponible en sus cerebros. Algunos se apegan a ella y otros son más arriesgados a la hora de modificarla. Hay quienes insisten de manera testaruda en que poseen la razón cuando objetivamente no es así y hay quienes reconocen sus errores y simplemente tratan de sacarle provecho a las situaciones nuevas o desconocidas.

Existen mentes que parecen de piedra: inmóviles, monolíticas, duras, impenetrables y rígidas, donde la experiencia y el conocimiento se han solidificado de manera sustancial e irrevocable con el paso de los años.

Estas mentes ya están determinadas de una vez por todas, ya no aprenden nada distinto a lo que saben, porque su procesamiento obra por acumulación y no por selección. La mente de piedra no se permite dudar y aborrece la autocrítica. Sus fundamentos son inmodificables e indiscutibles.

Por otro lado, y parafraseando al sociólogo Zyg-munt Bauman1, hay mentes que podríamos llamar líquidas, que no se interesan por nada y se acomodan a las demandas de la vida sin fijar posiciones de ningún tipo. Mentes sin cuerpo propio, informes, incoloras, sin constancia ni sustancia, indolentes y lejanas a cualquier compromiso: cerebros sin memoria. Pero ojo, no es el fluir del sabio que ha comprendido el constante devenir y se monta en él, sino la negación de la propia existencia. Indolencia esencial, donde las luces se han apagado para dar paso a un relativismo de mala cepa: nada es verdadero o todo da igual. La mente líquida no tiene de qué dudar y desconoce la autocrítica, porque no tiene puntos de referencia ni fundamentos claros.

Y también existen las mentes flexibles, que funcionan como la arcilla. Poseen un material básico a partir del cual se pueden obtener distintas formas: no son  insustanciales como las mentes líquidas, pero tampoco están definidas de una vez para siempre como las mentes de piedra. Pueden avanzar, modificarse, reinventarse, crecer, actualizarse, revisarse, dudar y escudriñar en ellas mismas sin sufrir traumas. Asimilan las contradicciones e intentan resolverlas, no se aferran al pasado ni lo niegan, más bien lo asumen sin perder la capacidad crítica. La mente de arcilla muestra una fortaleza similar a la que el taoísmo le atribuye al bambú: es elegante, erguido y fuerte, es hueco por dentro y además receptivo y humilde, se inclina con el viento pero no se quiebra. Para los seguidores de Lao Tse, la suavidad y la flexibilidad están íntimamente relacionadas con la vida, mientras la dureza y la rigidez están asociadas a la muerte. La mente de arcilla posee fundamentos y principios pero no son inmutables.

La mente de piedra (rígida) choca con la realidad objetiva una y otra vez; la mente líquida pasa por la vida y no hace contacto; la mente de arcilla (flexible) abraza la existencia de manera equilibrada. Las personas se podrían ubicar en un continuo de tal manera que podríamos hallar gente más o menos rígida, flexible o líquida, o con el predominio de un tipo de mente y pequeñas pinceladas de las otras. Más aún, la analogía nos permite la opción de que un tipo de mente se transforme en otro: las piedras pueden derretirse o ablandarse bajo temperaturas extremas, la arcilla puede endurecerse o volverse polvo y lo líquido puede solidificarse.

 

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