LA TIRANÍA DE LA RAZÓN, MAL DE NUESTRO TIEMPO
El psiquiatra chileno Claudio Naranjo, autor de Cambiar la educación para cambiar el mundo.
Juan Perea 21/01/2012 (06:00h)
Claudio Naranjo (Valparaíso, Chile, 1932), destacado representante de la tradición de médicos humanistas, ha expuesto sus últimos pensamientos sobre la raíz profunda de los males que afligen al mundo en una serie de conferencias que ha dado esta semana en España. En todas ellas ha habido que colgar el cartel de ‘no hay billetes’. Doctor en medicina, psiquiatra y autor de más de veinte libros, Claudio Naranjo, que también estudio música, ha profundizado en distintos campos del saber tales como la psicología, la filosofía, la sociología, la antropología y la pedagogía. Sucesor de Fritz Perls, padre de la terapia Gestalt, ha creado el programa SAT de desarrollo personal y profesional a través del autoconocimiento, inicialmente pensado para psicoterapeutas, luego extendido a educadores y recientemente al mundo de la empresa.
Gran parte de la labor del doctor Naranjo se ha volcado en propagar un modelo educativo para el desarrollo del pleno potencial del ser humano. En su libro Cambiar la educación para cambiar el mundo enfatiza que la clave para transformar el mundo (“no voy a hablar de lo mal que está el mundo porque es una obviedad. El mal lo llevamos dentro”, nos dice) está en un cambio profundo en la educación. Este convencimiento le lleva a decir, parafraseando a H. G. Wells, que “el futuro es una carrera entre la transformación de la educación y la catástrofe”.
Pese a que parece que hemos elegido la catástrofe, Claudio Naranjo sigue trabajando incansablemente en pos de una educación que respete al ser humano en su totalidad. “A veces digo que me siento como una hormiga en una inundación. No paran las hormigas, no hacen caso de si la situación invita al optimismo o al pesimismo. Hay que actuar, hay que hacer lo que se puede y mientras se puede; así me he sentido durante años. Estoy llegando a un momento en que lo que pensaba que iba a durar para siempre quizás esté tocando a su fin, porque estoy sintiendo que las cosas que tengo que decir las he dicho, que las puertas a las que debía golpear las he golpeado, que tengo muchos seguidores y que ahora les toca a otros. Tengo muchas tareas por cumplir. Tengo nueve libros a medio escribir y no sé si me quedan nueve años de vida”.
Exaltamos la competitividad y desatendemos el desarrollo humano
Los responsables políticos al hablar de educación mencionan la disciplina, los conocimientos académicos, la excelencia, la competencia o la autoridad del profesor, "pero nadie habla de desarrollo humano, de ayudar a las personas a que sean lo que pueden ser, de ayudarles a crecer. Se habla de la educación emocional reduciéndola al reconocimiento de las emociones básicas sin abordar el desarrollo afectivo superior. También se habla de valores, pero en son de prédica, y los valores no se encarnan a través de prédicas sino mediante una transformación en que se deja atrás el ego personal, el mundo pasional; a medida que uno se va acercando a la sabiduría. No creo que la educación vaya bien encaminada, ni siquiera lo están las protestas en las calles de los estudiantes y profesores. Me llama la atención que cuando piden más presupuesto, lo quieren para lo mismo, como si quienes protestan no tuvieran una opción alternativa sobre lo que podría ser la educación”.
La mente patriarcal es responsable de la inequidad, de guerras, de injusticias, de genocidios
Para Claudio Naranjo, “el fin de la educación es conseguir que las personas lleguemos a ser lo que somos, pero la concepción educativa y el hacer de la educación se empeñan en perpetuar una manera de ser. A esto se le llama socialización, y cuando la educación asumió que este era su objetivo se alejó de su sentido más noble y puro: ser lo que somos y hemos venido a ser. Impera la mente patriarcal, que implica el hiperdesarrollo de la razón, por lo que la educación prioriza al homo sapiens por encima de una concepción del ser humano íntegro. El mal raíz de la sociedad es la estructura patriarcal, que no es el dominio de los hombres sobre las mujeres, lo cual puede ser un caso de injusticia específico, sino el tipo de mentalidad que esto conlleva, la tiranía de una tercera parte de nuestra mente (lo racional) sobre las otras dos (lo instintivo y lo emocional)”.
En su último libro, La mente patriarcal, Naranjo subraya que ésta no sólo ha traído consigo los valores que asociamos con la idea de civilización, sino también la innegable barbarie que ha acompañado el curso de la historia. La desequilibrada exaltación de características masculinas como la competitividad, la agresión y el predominio del intelecto sobre la afectividad solidaria, amenaza hoy con destruirnos. “La mente patriarcal es responsable de la inequidad, de guerras, de injusticias, de genocidios. El modelo educativo imperante la transmite automáticamente, sin ninguna reflexión. Tenemos una educación tiránica, portadora de una mente patriarcal que se comporta como si no le interesara el cambio. Una educación amenazante empeñada en las notas para pasar exámenes y en aprender a hacer las cosas por un interés. Una educación que no educa. ¡Cómo va a haber desarrollo humano si se educa en el nihilismo, el egoísmo malsano y en buscar sólo mis ventajas!”.
"Necesitamos educar en el encuentro con el otro"
“La educación apuesta por lo conocido. No apuesta por la evolución, no facilita que cada ser humano sea lo que nació para ser en su totalidad. Mientras que todos somos llamados a ser íntegros en un sentido pleno, la educación se ha convertido en un obstáculo para nuestro desarrollo”. La educación nos hace seres adaptados y aptos para sobrevivir, que no vivir, en una sociedad enferma, lo cual, como diría Krishnamurti, no es ningún signo de salud. La educación nos dice que hay que aceptar lo que se nos pone por delante y que si eres un buen chico llegarás arriba. La educación se convierte en la herramienta perfecta para convertirnos en factores de producción idiotizados y perfectamente adaptables a lo que el sistema quiera, sin embargo, “no existe la idea de adaptarnos a nuestra propia naturaleza”. “Uno de los objetivos de la educación debería ser desarrollar la empatía y el amor al prójimo, lo cual pasa por el autoconocimiento, porque para llegar al otro antes he de llegar a mí mismo. La empatía significa resonar con los valores de otro, es un amor que nos lleva al aprendizaje. Necesitamos educar en el encuentro con el otro, donde hay un tú y un yo y donde reside el misterio del uno más uno igual a infinito. Porque implicarnos con el otro nos hace evolucionar. Pero esto no se hace, la educación se queda en el academicismo y en el dogma”.
El estado de la educación marca el estado del mundo
“Una plaga transmitida y muy extendida es la criminalización de los deseos y de la espontaneidad”. En Sanar la civilización, Claudio Naranjo afirma que la infelicidad de nuestra condición está estrechamente relacionada con la infravaloración y represión de la vida instintiva. Habla de una antropología trinitaria o de seres ‘tricerebrados’: cabeza, corazón y vientre, que se corresponden con intelecto, emoción y acción. “La parte del vientre contiene la naturaleza propiamente animal, la vida instintiva. Binswanger, discípulo de Heidegger, dijo a Freud que su forma de psicoanalizar implicaba que los seres humanos eran animales. Freud contestó afirmando que lo que pretendía demostrar era que somos también animales. Durante mucho tiempo la gente ha hablado de sí misma como si ya no fuera animal. Hablaba de principios, de ideales, de deberes... sin tomar en cuenta lo instintivo. "Me ha interesado mucho la autodomesticación, por no utilizar la palabra castración que es más dura. Somos una especie ‘autocastrante’ que desde la crianza y durante todo el proceso educativo exige ser bueno, ser así o ser asá. Nos guiamos desde el deber, desde el superego. Tal y como en el mundo civilizado hay un sistema represivo, hemos creado un sistema policial interior y no consideramos que la vida pueda funcionar de otra manera. No creemos en absoluto en la permisividad, en el espíritu dionisíaco".
Conocemos modelos alternativos, como la educación en casa (adoptado del homeschooling anglosajón) y otros que proponen una educación menos academicista, más integral, y que contemplan un ser humano más completo. “Hoy día hay más que suficiente riqueza de medios para un muchacho que quiera educarse fuera del sistema tradicional. En algunos barrios, los vecinos han creado centros de aprendizaje a los que no llaman escuelas, donde hay lugar para practicar deportes, espacios sociales, salas de computación, etc. y los chicos están bastante felices. Los niños de ahora son más conscientes, más sensibles que los adultos y que los niños de generaciones anteriores, y por ello sufren más y se resisten (enfermedades, TDA y TDH, fracaso escolar) a la escuela de la desconexión. Pero la solución no consiste en esos pocos centros, en esos islotes excepcionales. El estado de la educación marca el estado del mundo. Por ello, yo no estoy interesado en resolver la crisis de la educación sino en salir del entuerto en el que estamos, y eso sólo puede resolverlo un cambio de conciencia. Hay un ‘sálvese quien pueda’ flotando en el ambiente y por eso es necesario inyectar otra conciencia. De esto se puede y se debe ocupar la educación”. Quizás esta nueva educación deba seguir un modelo tan antiguo y tan alineado con el desarrollo del potencial humano, como el que propone Lao Tse en el poema LXV del Tao Te King:
Los antiguos Maestros
no intentaban educar a la gente,
sino que, suavemente, enseñaban a no saber.
Las personas son difíciles de guiar
cuando creen que saben las respuestas.
Cuando saben que no saben,
Gran parte de la labor del doctor Naranjo se ha volcado en propagar un modelo educativo para el desarrollo del pleno potencial del ser humano. En su libro Cambiar la educación para cambiar el mundo enfatiza que la clave para transformar el mundo (“no voy a hablar de lo mal que está el mundo porque es una obviedad. El mal lo llevamos dentro”, nos dice) está en un cambio profundo en la educación. Este convencimiento le lleva a decir, parafraseando a H. G. Wells, que “el futuro es una carrera entre la transformación de la educación y la catástrofe”.
Pese a que parece que hemos elegido la catástrofe, Claudio Naranjo sigue trabajando incansablemente en pos de una educación que respete al ser humano en su totalidad. “A veces digo que me siento como una hormiga en una inundación. No paran las hormigas, no hacen caso de si la situación invita al optimismo o al pesimismo. Hay que actuar, hay que hacer lo que se puede y mientras se puede; así me he sentido durante años. Estoy llegando a un momento en que lo que pensaba que iba a durar para siempre quizás esté tocando a su fin, porque estoy sintiendo que las cosas que tengo que decir las he dicho, que las puertas a las que debía golpear las he golpeado, que tengo muchos seguidores y que ahora les toca a otros. Tengo muchas tareas por cumplir. Tengo nueve libros a medio escribir y no sé si me quedan nueve años de vida”.
Exaltamos la competitividad y desatendemos el desarrollo humano
Los responsables políticos al hablar de educación mencionan la disciplina, los conocimientos académicos, la excelencia, la competencia o la autoridad del profesor, "pero nadie habla de desarrollo humano, de ayudar a las personas a que sean lo que pueden ser, de ayudarles a crecer. Se habla de la educación emocional reduciéndola al reconocimiento de las emociones básicas sin abordar el desarrollo afectivo superior. También se habla de valores, pero en son de prédica, y los valores no se encarnan a través de prédicas sino mediante una transformación en que se deja atrás el ego personal, el mundo pasional; a medida que uno se va acercando a la sabiduría. No creo que la educación vaya bien encaminada, ni siquiera lo están las protestas en las calles de los estudiantes y profesores. Me llama la atención que cuando piden más presupuesto, lo quieren para lo mismo, como si quienes protestan no tuvieran una opción alternativa sobre lo que podría ser la educación”.
La mente patriarcal es responsable de la inequidad, de guerras, de injusticias, de genocidios
Para Claudio Naranjo, “el fin de la educación es conseguir que las personas lleguemos a ser lo que somos, pero la concepción educativa y el hacer de la educación se empeñan en perpetuar una manera de ser. A esto se le llama socialización, y cuando la educación asumió que este era su objetivo se alejó de su sentido más noble y puro: ser lo que somos y hemos venido a ser. Impera la mente patriarcal, que implica el hiperdesarrollo de la razón, por lo que la educación prioriza al homo sapiens por encima de una concepción del ser humano íntegro. El mal raíz de la sociedad es la estructura patriarcal, que no es el dominio de los hombres sobre las mujeres, lo cual puede ser un caso de injusticia específico, sino el tipo de mentalidad que esto conlleva, la tiranía de una tercera parte de nuestra mente (lo racional) sobre las otras dos (lo instintivo y lo emocional)”.
En su último libro, La mente patriarcal, Naranjo subraya que ésta no sólo ha traído consigo los valores que asociamos con la idea de civilización, sino también la innegable barbarie que ha acompañado el curso de la historia. La desequilibrada exaltación de características masculinas como la competitividad, la agresión y el predominio del intelecto sobre la afectividad solidaria, amenaza hoy con destruirnos. “La mente patriarcal es responsable de la inequidad, de guerras, de injusticias, de genocidios. El modelo educativo imperante la transmite automáticamente, sin ninguna reflexión. Tenemos una educación tiránica, portadora de una mente patriarcal que se comporta como si no le interesara el cambio. Una educación amenazante empeñada en las notas para pasar exámenes y en aprender a hacer las cosas por un interés. Una educación que no educa. ¡Cómo va a haber desarrollo humano si se educa en el nihilismo, el egoísmo malsano y en buscar sólo mis ventajas!”.
"Necesitamos educar en el encuentro con el otro"
“La educación apuesta por lo conocido. No apuesta por la evolución, no facilita que cada ser humano sea lo que nació para ser en su totalidad. Mientras que todos somos llamados a ser íntegros en un sentido pleno, la educación se ha convertido en un obstáculo para nuestro desarrollo”. La educación nos hace seres adaptados y aptos para sobrevivir, que no vivir, en una sociedad enferma, lo cual, como diría Krishnamurti, no es ningún signo de salud. La educación nos dice que hay que aceptar lo que se nos pone por delante y que si eres un buen chico llegarás arriba. La educación se convierte en la herramienta perfecta para convertirnos en factores de producción idiotizados y perfectamente adaptables a lo que el sistema quiera, sin embargo, “no existe la idea de adaptarnos a nuestra propia naturaleza”. “Uno de los objetivos de la educación debería ser desarrollar la empatía y el amor al prójimo, lo cual pasa por el autoconocimiento, porque para llegar al otro antes he de llegar a mí mismo. La empatía significa resonar con los valores de otro, es un amor que nos lleva al aprendizaje. Necesitamos educar en el encuentro con el otro, donde hay un tú y un yo y donde reside el misterio del uno más uno igual a infinito. Porque implicarnos con el otro nos hace evolucionar. Pero esto no se hace, la educación se queda en el academicismo y en el dogma”.
El estado de la educación marca el estado del mundo
“Una plaga transmitida y muy extendida es la criminalización de los deseos y de la espontaneidad”. En Sanar la civilización, Claudio Naranjo afirma que la infelicidad de nuestra condición está estrechamente relacionada con la infravaloración y represión de la vida instintiva. Habla de una antropología trinitaria o de seres ‘tricerebrados’: cabeza, corazón y vientre, que se corresponden con intelecto, emoción y acción. “La parte del vientre contiene la naturaleza propiamente animal, la vida instintiva. Binswanger, discípulo de Heidegger, dijo a Freud que su forma de psicoanalizar implicaba que los seres humanos eran animales. Freud contestó afirmando que lo que pretendía demostrar era que somos también animales. Durante mucho tiempo la gente ha hablado de sí misma como si ya no fuera animal. Hablaba de principios, de ideales, de deberes... sin tomar en cuenta lo instintivo. "Me ha interesado mucho la autodomesticación, por no utilizar la palabra castración que es más dura. Somos una especie ‘autocastrante’ que desde la crianza y durante todo el proceso educativo exige ser bueno, ser así o ser asá. Nos guiamos desde el deber, desde el superego. Tal y como en el mundo civilizado hay un sistema represivo, hemos creado un sistema policial interior y no consideramos que la vida pueda funcionar de otra manera. No creemos en absoluto en la permisividad, en el espíritu dionisíaco".
Conocemos modelos alternativos, como la educación en casa (adoptado del homeschooling anglosajón) y otros que proponen una educación menos academicista, más integral, y que contemplan un ser humano más completo. “Hoy día hay más que suficiente riqueza de medios para un muchacho que quiera educarse fuera del sistema tradicional. En algunos barrios, los vecinos han creado centros de aprendizaje a los que no llaman escuelas, donde hay lugar para practicar deportes, espacios sociales, salas de computación, etc. y los chicos están bastante felices. Los niños de ahora son más conscientes, más sensibles que los adultos y que los niños de generaciones anteriores, y por ello sufren más y se resisten (enfermedades, TDA y TDH, fracaso escolar) a la escuela de la desconexión. Pero la solución no consiste en esos pocos centros, en esos islotes excepcionales. El estado de la educación marca el estado del mundo. Por ello, yo no estoy interesado en resolver la crisis de la educación sino en salir del entuerto en el que estamos, y eso sólo puede resolverlo un cambio de conciencia. Hay un ‘sálvese quien pueda’ flotando en el ambiente y por eso es necesario inyectar otra conciencia. De esto se puede y se debe ocupar la educación”. Quizás esta nueva educación deba seguir un modelo tan antiguo y tan alineado con el desarrollo del potencial humano, como el que propone Lao Tse en el poema LXV del Tao Te King:
Los antiguos Maestros
no intentaban educar a la gente,
sino que, suavemente, enseñaban a no saber.
Las personas son difíciles de guiar
cuando creen que saben las respuestas.
Cuando saben que no saben,
1 comentario
María Adoración García López -
"Mente no es solamente el resultado de la interacción del organismo con el ambiente, desde el útero hasta la muerte, sino también el reflejo de la organización básica del universo: la holokinesis, que desde el orden implícito del cosmos, se explicita como materia, mente y energía cósmicos".
Dr. Rubén Feldman González.
Iniciador de la Psicología Holokinética.
Candidato al Premio Nobel de la Paz
http://www.percepcionunitaria.org