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Esencialmente humano

Pildoras: LA MENTE LÍQUIDA

Píldoras: El poder del pensamiento flexible-Walter riso

¿Quién no ha estado alguna vez con alguien que lo único que hace es no tomar partido por nada o adopta alternativamente posiciones contradictorias sin intentar resolverlas o siquiera comprenderlas?

Recuerdo que en cierta ocasión asistí a un seminario con el sociólogo Lipovetsky y cuando le preguntaron si era de derecha o izquierda, respondió tranquilamente: "Depende del día; a veces soy de izquierda y a veces soy de derecha". Esa actitud sorprendió a gran parte del auditorio y a mí también. Asumir una actitud flexible no implica ser una veleta en la mitad del océano.

Andar a la deriva en cuestiones ideológicas o éticas, sin un camino claro por donde transitar, puede resultar altamente contraproducente para el sujeto e incluso para la sociedad que habita. Imaginemos que un ministro de economía dijera: "Según mi estado de ánimo, a veces soy conservador y a veces liberal". ¿Su ministerio tendría éxito? Muy probablemente no; la economía sería un fenómeno indescifrable y vaporoso y las protestas irían en aumento.

No digo que haya que resolver siempre y a cualquier costo todas las dudas y los conflictos en los cuales estamos enfrascados, pero tampoco debemos necesariamente quedar atrapados en ellos y eliminar mágicamente cualquier proceso de toma de decisión en aras de una comodidad intelectual o emocional. Ciertas contradicciones son insostenibles per se; por ejemplo: un ateo creyente, un psicópata defensor de los derechos humanos o un verdugo tierno.

¿Cuál podría haber sido una posición menos líquida frente a la disyuntiva planteada sobre ser de derecha o izquierda? Quizás algo menos blando y despreocupado. Por ejemplo:"No sé, no estoy seguro, estoy en la búsqueda y revisando ciertas cuestiones: hay cosas de la derecha que me parecen acertadas y otras de la izquierda que me parece que podrían funcionar. No estoy matriculado de una manera categórica en ninguno de los dos, pero estoy revisando el tema".

Una de las cuestiones básicas que definen la flexibilidad es precisamente el proceso de búsqueda abierta de información sin temor al cambio. La gente flexible no carece de opiniones, las tiene, pero no son intocables. Es decir, la flexibilidad psicológica se mueve entre el dogmatismo tenebroso de las mentes oscuras y la indolencia haragana de las mentes etéreas.

El punto medio son las convicciones racionales y razonadas: "Tengo ideas, puedo sustentarlas racionalmente y estoy dispuesto a oír seriamente el otro punto de vista".

Una mente indefinida y apática es una mente voluble y despersonalizada, que no es capaz de reconocerse a sí misma. Es líquida: se escapa, se derrama, toma la forma del recipiente que la contiene o permanece indefinida e inconsistente. Vaciada de toda idea, la mente líquida le coquetea al nihilismo, no fija posición ni se compromete.

Una cosa es apegarse irracionalmente a las propias creencias como si fueran una verdad absoluta y otra es fluctuar entre los extremos de una indefinición que jamás toma forma. La mente líquida piensa que si todo es relativo, nada vale, nada es cierto. Repito: una cosa es tener posturas flexibles y otra muy distinta no saber dónde está parado uno.

El problema no es el pensamiento, sino cómo pensamos. La mente líquida pone todo el control afuera, se deja llevar por la marejada y, por eso, es mediocre y trivial. Es mejor mimetizarse, diluirse en el conjunto.

Indiferenciado de la población, pasar desapercibido y eludir cualquier responsabilidad. La motivación se convierte en algo tan instantáneo y volátil, que la sola idea de profundizar produce molestia, pero no por miedo a que las ideas tambaleen como haría el dogmático, sino por simple y llana pereza. La mente líquida circula, pasa, atraviesa y tristemente no deja huellas. Su negligencia está en la omisión, en permanecer ocultaren no brillar con luz propia.

Similar a lo que ocurre con algunas personalidades, la mentalidad líquida no posee una identidad definida que permita establecer un perfil.

 

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