Pildoras-autoeficacia
Como se vio en la primera parte, el auto-concepto puede verse maltratado debido a la trampa de establecer metas irracionalmente altas y a una ambición desmedida. Es decir, funcionar con un estilo demasiado competitivo, autocrítico y estricto con el propio rendimiento, a la larga, o a la corta, conduce al fracaso adaptativo. El resultado final será un autoconcepto debilitado, apagado y endeble.
Sin embargo, no exigirse es tan malo como sobreexigirse. El extremo opuesto lo constituyen aquellas personas cuyas metas son pobres, vacilantes e inseguras, que desfallecen ante el primer obstáculo y se muestran indecisas ante los problemas. Así como la autoexigencia desmedida destruye y castiga el ego, la falta de ambición impide un buen crecimiento del mismo. Los retos y los propios desafíos son el alimento principal con los cuales se nutre el autoconcepto.
Sí desconfías de ti, no podrás amarte.
A la confianza y convicción de que es posible alcanzar los resultados esperados se la denomina auto-eficacia. La baja autoeficacia te llevará a pensar que no eres capaz. Entrarás en un círculo vicioso, pero por lo bajo. Si no tienes confianza en ti mismo, tus retos personales serán pobres, evitarás enfrentar los problemas, el primer obstáculo te hará desertar, te sentirás fracasado y perderás nuevamente autoeficacia; lo que a su vez bajará tus metas y autoexigencia. Tu terrible círculo seguirá retro-alimeritándose negativamente y tú estarás perdiendo, cada vez más, seguridad y confianza.
Una alta autoeficacia hará que tus metas sean sólidas, te permitirá persistir ante los imponderables y afrontar los problemas de una manera adecuada.
La autoeficacia es básicamente una opinión afectiva de uno mismo. Dicho en otras palabras, las personas pueden pensar que poseen todas las habilidades y capacidades para obtener determinados resultados y, pese a todo, no estar convencidas de alcanzar exitosamente las metas.
La expectativa de éxito no solamente implica, como aparentemente podría pensarse, un análisis racional y frío de las posibilidades objetivas de éxito (expectativas de resultados), sino también la valoración subjetiva de qué tan capaz se siente el sujeto (expectativa de eficacia). Como cualquier creencia, esta última valoración es cuestión de fe y de confianza. La desconfianza en uno mismo barre con las capacidades y habilidades.
El pesimismo es la guía de las personas inseguras.
Si bien la resignación cumple una función adaptativa para nuestra especie, en el sentido de que nos lleva a economizar fuerzas en situaciones donde es inútil intentarlo, es sumamente nociva cuando se utiliza precipitada e irracionalmente.
¿Cómo pueden llegar los seres humanos a dudar de sí mismos y a resignarse ante el sufrimiento y la adversidad sin intentar producir cambios, cuando existe la posibilidad de lograrlo? ¿Cómo se llega a un autoesquema de "perdedor"? ¿Por qué se hacen anticipaciones negativas del propio rendimiento en situaciones fáciles y potencialmente exitosas? ¿Por qué algunas personas se inmovilizan ante la posibilidad de superar las dificultades?
Existen varias razones por las cuales las personas se ven a sí mismas como incapaces y derrotadas. El control percibido, o la percepción de la propia capacidad para modificar las contingencias inadecuadas e inconvenientes, se configuran con base en las propias experiencias de éxito o fracaso y en la manera de procesar esa información.
Las investigaciones en psicología indican que al menos tres factores parecen estar asociados a los problemas de autoeficacia: la percepción de incontrolabilidad, el punto de control y los estilos atribucionales. Analizaré cada uno por separado.
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