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Esencialmente humano

¿FRAUDE FLORAL?

¿FRAUDE FLORAL?

HERBOLARIA Y FLORES DE BACH

Por Ladislao Vadas

Entroncado con el animismo, la religión y la magia, se encuentra el curanderismo, práctica milenaria propia de la nesciencia. Entre la gente simple, es común escuchar la eterna cantinela: "Después de haberme cansado de recorrer los consultorios médicos, acudí a un curandero y ahora me siento bien".

La explicación de este "fenómeno" es otro estribillo: "Si el 'paciente' fue curado por las artes de un curandero es que, o nunca estuvo enfermo, o si lo estuvo se mejoró por sugestión".

¡Esto último es la verdad! El segundo estribillo está acertado, pero hay que añadir una variante: pudo haber habido un fraude urdido entre paciente y curandero.

Pero lamentablemente, estas explicaciones siempre caen en saco roto. Yo se las he dado una y mil veces a todas aquellas personas que venían a narrarme hechos espectaculares de curaciones espontáneas, de la eficiencia de la iridiología para los diagnósticos, de la efectividad de la herbolaria, de las bondades de la acunputura, de la quiropraxis, de los productos homeopáticos, de las flores de Bach y cientos de cosas por el estilo. Mas transcurrido un tiempo, "volvían a la carga" como si las explicaciones lógicas les entraran por un oído y le salieran por el otro.

La credulidad, lamentablemente por evidencia, es más fuerte que el razonamiento. La razón queda ofuscada ante el sentimiento religioso, ante la superstición, ante la sugestión que algunos llaman hipnosis y la bien o mal denominada psicosis colectiva bajo cuyo influjo el individuo puede quedar convencido de cualquier disparate y falsedad.

Dentro del ámbito del curanderismo suele haber modas como en el vestir, la música, las canciones, ciertas palabritas o frases y, en mil manifestaciones humanas más.

Tomemos como paradigma "el método de curación" mediante las flores de Bach que, por fuerza de la promoción, ha alcanzado gran popularidad.

¿Cómo fueron descubiertas las "mágicas" flores de Bach con sus presuntos poderes curativos?

Fue Edward Bach, un místico de la naturaleza, quien inventó la "terapia" floral. Admirador del homeópata Samuel Hahnemann y enamorado de la naturaleza, ideó un método sobremanera romántico para combatir dolencias. Había nacido en 1886, cerca de Birmingham.

Según su biografía, fue durante sus correrías por Gales, lugar que le atraía, en contacto con pájaros, árboles y flores silvestres, cuando concibió la idea de curar mediante una forma simple toda enfermedad. ¡Simples sueños de un bucólico romántico!

Sin embargo, siguió la carrera médica en Londres, pero pronto se inclinó hacia la homeopatía. Leyó el "Organon del arte de curar", escrito por Hahnemann, y quedó subyugado con el "acierto" del inventor de la homeopatía en utilizar remedios tomados de la naturaleza: plantas, hierbas, musgos y otros yuyos traicioneros para la salud... justamente lo natural que él tanto veneraba.

En este punto, es necesario estar atento para comprender la pretendida terapia de Bach, quien sin duda poseía las mejores intenciones de aliviar el sufrimiento humano (aún sentía pena por los animales enfermos). Vemos que el compasivo Bach antepuso una creencia, la convicción de que la sabía naturaleza era la que poseía las propiedades curativas más efectivas que las de los medicamentos elaborados artificialmente en los laboratorios químicos. Hombre práctico que desdeñaba la teoría (sin advertir que esta se elabora precisamente en base a largas experiencias acumuladas por hombres que han destinado toda su vida a la investigación) prefería fundarse en sus propias observaciones y experiencias. Ya siendo estudiante, dedicó poco tiempo a los libros, craso error cometido, causa de que tantos pacientes hayan perdido un tiempo precioso con sus flores en vez de acudir a la ciencia profunda para recuperar la salud. La experiencia práctica y la observación eran para él la única manera de aprender (sin advertir que de este modo es imposible que alcance una vida entera para colocarse a la par de los conocimientos teórico-prácticos acumulados a lo largo de generaciones, que adquiere el médico universitario).

Pero ¡en fin! fueron cosas de un ingenuo que, con toda la mejor intención y buena voluntad del mundo antepuso sus creencias, en este caso en la "diosa Naturaleza", para elaborar su propio método terapéutico que, a la postre y paradójicamente resultó ser peligroso para los propios enfermos, ya que distrae a aquellos que padecen de una dolencia grave necesitados de una atención urgente que brinda la tecnología medica actual de detección y tratamiento precoz de las patologías. Los otros, los que se sienten mal y no saben por qué, y en quienes los médicos no encuentran la causa de su problema, esos se "curan" por sugestión tanto con la administración de un "remedio" preparado con flores de Oak (roble) o Mimulus o Clematis, por ejemplo, como con "palabras mágicas" o un placebo.

Veamos algunos casos:

"Una mujer de treinta años de edad había sufrido de asma durante muchos años y cuando se la vio por primera vez se estaba recuperando de una neurastenia.

"Estaba deprimida y había perdido las esperanzas de curarse y tenía miedo de no poder trabajar para ganarse el sustento.

"La desesperanza indicaba gorse (flor de tojo o aliaga), y el temor a la pérdida del trabajo, el remedio mimulus (mímulo). Se le administró el primer frasco de medicina el 22 de abril de 1933 y al cabo de algunos días se observó cierta leve mejoría. Se sentía en condiciones de volver al trabajo, dormía y comía mejor; también la respiración era menos dificultosa. No había vuelto a tener serios ataques.

"Su estado variaba de un día a otro: un día se sentía mucho mejor, al día siguiente volvía a caer en su estado de desesperanza, perdiendo interés en su trabajo. Entonces el 25 de mayo se le dio Gorse, Sclerantus y Clematis por la pérdida de interés. Se repitió esta prescripción hasta fines de junio y se sintió muy bien, no habiendo tenido ataques de asma durante las últimas seis semanas; pero, en diciembre del mismo año sufrió otro ataque de asma y se le dio otro frasco de medicina. Su estado general había sido bueno y había estado trabajando todo el tiempo". (Nora Weeks, Los descubrimientos del Dr. Edward Bach, Buenos Aires, Lidium 1993, pág. 98).

Verdaderamente, esta no ha sido ninguna hazaña del método Bach. Se sabe desde hace bastante tiempo que el asma es una afección muy "caprichosa". Mi pobre madre, en sus últimos años padeció de ella. Depende mucho del estado de ánimo del paciente. Recuerdo que mi madre enviaba periódicamente desde América del Sur a mi abuela asmática radicada en Europa, unos cigarrillos balsámicos que decían que la aliviaban. Fue un tratamiento "eterno", a la par de los fármacos con los cuales no se obtenían más que alivios pasajeros por sugestión. Siempre sobrevenía la recaída.

Se sabe que el asma bronquial es de origen alérgico. La hipersensibilidad puede ser debida a diversos agentes, en particular polen, polvo, alimentos, fármacos y bacterias. Un segundo factor patológico es la predisposición hereditaria. Por último, puede existir un factor psicosomático, de modo que la crisis asmática puede precipitarse por un estrés emocional y precisamente la definición de estrés reza: "Situación de un individuo o de alguno de sus órganos o aparatos, que por exigir de ellos un rendimiento muy superior al normal, los pone en riesgo próximo de enfermar".

Más evidencia

En otro caso: "Una mujer de mediana edad sufría profundas crisis de depresión que afectaban su estado general de salud. Dormía mal, no tenía apetito y estaba perdiendo peso rápidamente.

"Hacía grandes esfuerzos por estar bien, luchaba contra la apatía y depresión y trataba de olvidar sus dificultades en el trabajo. Tendía a ser estricta consigo misma, se permitía pocos placeres y tenía ideales y principios muy rígidos. Sus esfuerzos por estar bien y la lucha que mantenía para superar sus dificultades indicaban el remedio Oak; la apatía y pérdida de interés durante los ataques de depresión, Clematis; las ideas fijas y la determinación, Rock water.

"Estuvo encantada con los resultados del primer frasco. Los ataques depresivos eran menos frecuentes y resultaba más fácil liberarse de ellos, se sentía físicamente más fuerte, comía y dormía mejor.

"La prescripción se repitió tres veces durante dos meses siguientes, y al finalizar dicho lapso ella se consideró curada. -Atención a este punto: ella se sintió curada"). Se sentía alegre e interesada en su trabajo, comía y dormía normalmente, y comenzó a disfrutar de los placeres simples a los que había renunciado hasta entonces". (Obra citada, págs. 99 y 100).

¿Y luego? La historia no sigue, y este parece un final de un cuento para niños: "Y vivieron felices comiendo perdices".

Se trata de otro caso de sugestión homeopática. Flores de Bach y Homeopatía se pueden dar la mano ya que "producen" los mismos resultados generalmente pasajeros. El motivo de vivir de esta mujer se identificó con el tratamiento. Se encontró con "algo por qué vivir": ¡curarse! Precisamente curarse de su afección, puramente psíquica, y la fe puesta en el tratamiento con las flores indicadas, con influjos "mágicos" específicos para cada problema le dio el aliciente, el optimismo necesario para salir del marasmo psíquico en que se hallaba.

Que Edward Bach era un místico nos lo atestigua su creencia en la "Protección de un Gran Poder que velaba por él". (Ob, cit. pág. 114).

También se dice de él que "su estado de hipersensibilidad era tal que percibía la enfermedad del próximo paciente que iría a verlo, a veces varias horas antes que dicho paciente llegara". (Ob. cit. pág.120).

Y esto no es todo amigos lectores, ¿saben qué solía ocurrirle a este dotado? ¡Algunas horas antes solía contraer él mismo los síntomas de la enfermedad de sus pacientes!

Esto que "le resultaba muy penoso, le otorgaba tal comprensión y compasión por sus enfermos que éstos de inmediato tenían la certeza de recibir ayuda, tranquilizados por el conocimiento íntimo que Bach tenía de su estado". (Ob. cit. pág.120).

Evidentemente ¡esto ya corresponde al campo de la parapsicología, al rubro: "percepciones extrasensoriales".

Se cuenta que: "en cierta ocasión interrogó a una mujer sobre cual era la planta o árbol que más le atraía en la naturaleza, y contestó sin vacilar: 'cuando veo el brezo ( Heather)' y comprobó que tenía el poder de ayudar a dicho tipo de persona". (Ob. cit. pág. 97). (Aunque no se explica cómo lo hizo).

¿Tiene esto algo de científico? ¿No se parece más bien a un curanderismo?

También habló de series de remedios "y sus ayudantes" y presuponía ciertos poderes misteriosos, naturales y divinos y milagrosos que quizás emanaban cual efluvios de la propia naturaleza floral para cada caso específico según la personalidad o estado de ánimo del paciente. Por ejemplo para la duda y depresión, correspondían gentian y Mustard; para la falta de confianza, Larch; para la debilidad, centaury; para el nerviosismo, mimulus; para la impaciencia, por supuesto Impatiens. Esta lista nos hace recordar los motes homeopáticos.

Aquí, ante supuestas relaciones carentes de todo sentido entre flores y estados anímicos o personalidades, nos hallamos frente a una ingenuidad o ante un mero charlatanismo. Esto y la herbolaria poseen un notable parentesco y es extraño que un hombre con formación médica, haya caído en semejante práctica acientífica. Estaba convencido de que era factible hallar en la naturaleza un método curativo simple, que sanaría todas las enfermedades, incluidas las crónicas e incurables. Para él la personalidad y el problema psíquico del individuo eran más importantes que el cuerpo, para el tratamiento de su enfermedad. Así logró hallar los treinta y ocho remedios florales para cada caso que figuran en su Famacopea.

Creía, además, ser poseedor del don divino de curar con la mano y aseguraba haberlo hecho con sus pacientes. En uno de sus libros afirma que: "Nunca se erradicará ni se curará la enfermedad con los actuales métodos materialistas, por la sencilla razón de que la enfermedad no es material en su origen... La enfermedad es en su esencia el resultado de un conflicto entre Alma y Mente y no se erradicará a no ser con un esfuerzo espiritual y mental", (Edward Bach La curación por las flores, Madrid, EDAF, 1982, pág. 26), olvidándose que los animales también padecen enfermedades. ¿Acaso por duda, incertidumbre, insomnio, desesperanza en la vida, impaciencia y otros problemas psíquicos, o tal vez por preocupaciones personales por afanarse demasiado por el bienestar ajeno, por orgullo o reserva, por rigidez en sus pensamientos a causa de sostener ideales y principios elevados, etc.? Si bien ciertos animales se medican con plantas y hierbas como ciertos monos que se colocan hojas de árboles en las heridas y los perros que ingieren ciertas hojas de gramineas para provocar el vómito cuado se sienten descompuestos, son casos contados, y no se corresponden con lo más arriba señalado.

En otra definición de la enfermedad dice: "La ciencia tiende a mostrar que la vida es armonía, un estado de afinación, y que la enfermedad es la disonancia o un estado en que una parte de un todo no está vibrando al unísono".

De modo que este hombre, ignorando la genética, las enfermedades hereditarias las deficiencias congénitas del sistema inmunológico y pasando por alto el contagio de enfermedades de curso fatal, ha concebido un mundo modelo de perfección de acuerdo quizás con el paradigma que representan las ideas platónicas, o tal vez con la creación de una perfecta armonía de todas las cosas por parte de un demiugo, o del dios omnisciente de los creyentes.

Repetimos que sin duda alguna las intenciones de este soñador han sido excelentes, lástima que el señor Bach, lejos de ser un modelo de salud y longevidad, fue una persona enfermiza y tuvo una vida relativamente breve ya que murió a los cincuenta años sin haber logrado prolongarla en salud mediante las potencias florales.

Ladislao Vadas

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