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Esencialmente humano

1.Píldoras de mis lecturas


Amigos en todas mis lecturas siempre consigo enseñanzas que me parecen determinante para el crecimiento personal. ¿Ahora cuantas de ellas se quedan en el libro, guardado en un estante? ¿Cuántos de nosotros tendrá la posibilidad de leerlas? Por eso me ha parecido interesante ponerlas a la disposición de ustedes. “Píldoras de mis lecturas” serán textos o párrafos que expresan enseñanzas claves para todo ser humano de algún libro que haya leído.

Me gustaría, como he pedido en diversas ocasiones, que se animen a dejar algún comentario en los artículos o puedan dejar cualquier duda o pregunta en el foro de autodescubrimiento.

Igualmente pendiente que estoy preparando un apartado con audiolibros, últimamente he visto que me es mas fácil escuchar un libro que leerlo, así aprovecho el tiempo inevitable que he de pasar en colas en el trafico o en los bancos o comercios. Publicaré la lista de audiolibros que son bastantes, especialmente en temas de crecimiento personal, para todo aquel que se interese, me lo pida y pueda enviárselo a su correo. Espero que este nuevo aporte sea de ayuda, gracias una vez más.

Su amigo

José Goyo

Primer aporte

Libro: Aprendiendo a quererse a sí mismo Autor: Walter Riso

Primer resumen:

Quererse a sí mismo es quizás el hecho más importante que garantiza nuestra supervivencia en un mundo complejo y cada vez más difícil de sobrelle­var. Curiosamente, nuestra cultura y educación se orien­tan a sancionar el quererse demasiado. Es mal visto que nos demos demasiado gusto. Cuando pensamos en nosotros mismos por demasiado tiempo, nos contemplamos o nos autoelogiamos, se nos reprende.

Nuestra civilización intenta inculcar princi­pios como el respeto al ser humano, el sacrificio, el al­truismo, la expresión de amor, el buen trato, la comuni­cación, etc., pero estos principios están dirigidos al cuidado de otros humanos. El autorrespeto, el autoamor, la autoconfianza y la autocomunicación no suelen te­nerse en cuenta. Más aun, se considera de mal gusto el quererse demasiado.

Si una persona es amigable, expresiva, cariñosa y piensa más en los otros que en ella mis­ma, es evaluada excelentemente: su calificativo es el de "querida". Si alguien disimula sus virtudes, niega o le resta importancia a sus logros, es decir, miente o se autocastiga, ¡es halagado y aceptado!

No sólo rechazamos la autoaceptación honesta y franca, no nos importa que sea cierta o no, sino que promulgamos y reforzamos la negación de nuestras virtudes.

Si el ser humano merece el respeto que se promulga por ser algo especial, eso debe hacerse extensivo a tu propia persona. Por evitar caer en la pedantería insufrible del sabeloto­do, hemos caído en la modestia autodestructiva de la negación de nuestras virtudes.

La inmunidad al flagelo de la depresión solo se logra si aprendes a quererte. Como las mejores cosas, nece­sitas un trato especial. No puedes permitir que se te las­time, ni darte el lujo de autodestruirte estúpidamente.

Desde pequeños nos enseñan conductas de autocuidado personal: lavarnos los dientes, bañarnos, cortarnos las uñas, comer, controlar esfínteres y vestirnos. ¿Pero qué hay del autocuidado y de la higiene mental? No se nos enseña a querernos, a gustarnos, a contemplarnos y a confiar en nosotros mismos. Ade­más, aunque algunos padres tenemos esto como un desiderátum. .

La imagen que tienes de ti mismo no es here­dada o genéticamente transmitida. Tal como se despren­de de lo dicho hasta ahora, es aprendida.

Así corno construyes una representación interna del mundo que te rodea, también construyes teorías y conceptos sobre ti mismo. Los fracasos y éxitos, los miedos e inseguridades, las sensa­ciones físicas, los placeres y disgustos, la manera de en­frentar los problemas, lo que te dicen que eres, lo que no te dicen, los castigos, etc., todo confluye y se organiza en una imagen interna sobre tu propia persona: tu yo o tu autoesquema. Puedes pensar que eres torpe, feo, inte­resante, inteligente o malo. Cada uno de estos calificati­vos son el resultado de una historia previa, donde has ido gestando una "teoría" sobre ti mismo. Si crees ser un perdedor, no intentarás ganar. Te dirás: "Para qué inten­tarlo, yo no puedo ganar" o "es imposible cambiar" o "no valgo nada".

En resumen, lo que piensas y sientes acerca de ti mismo es aprendido y almacenado en forma de teorías llamadas autoesquemas. Hay autoesquemas positivos y negativos. Los primeros te llevarán a estimarte, los segundos, a odiarte. Si la visión que tienes de ti es negativa, no te expresarás afecto, pues no creerás merecerlo. Si tu autoesquema es positivo y no lo alimentas, se desvanecerá. Algunas personas, en lugar de felicitarse, disimulan su alegría con un parco y flemático:"No es nada" o "era mi deber". La negación del recono­cimiento personal es una forma de auto destrucción.

En los autoesquemas se entrelazan cuatro as­pectos fundamentales que, para fines didácticos, intenta­ré separar. En realidad, se fusionan en un todo indisolu­ble y conforman el núcleo principal de la autovaloración personal. Pueden convertirse en sólidos cimientos sobre los cuales podrás edificar un yo fuerte y seguro, o en la principal fuente de autoeliminación y automenosprecio. Ellos son: el Autoconcepto (qué piensas de ti mismo), la Autoimagen (qué tanto te gustas), la Autoestima el autorefuerzo (qué tanto te premias) y la. Autoeficaáa (qué tanta confianza tienes en ti mismo). Son los cuatro so­portes de un buen ego,

Un aspecto interesante para señalar es que las personas con problemas de autoaceptación son dema­siado "duras" con la autocrítica y "blandas" cuando cri­tican a otra gente. En cambio, los sujetos que muestran una buena autoestima se protegen siendo más bien sua­ves a la hora de autoevaluarse. Un acto de suficiencia en beneficio propio. ¿Quién dijo que debíamos ser objeti­vos las veinticuatro horas? De ninguna manera estoy sos­teniendo una actitud compulsiva a engañarse a sí mis­mo. Simplemente, pienso que a veces "hacer la vista gorda" frente a pequeños e insignificantes errores o de­fectos personales es útil para la salud mental. Es preferi­ble una posición optimista de leve sobreestimación, a una actitud desgarradoramente pesimista con uno mis­mo y una actitud positiva para con otros. El amor empie­za por casa.

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