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Esencialmente humano

LA INVITACIÓN

No me interesa saber a que te dedicas. Quiero saber qué es lo que
añoras y si te atreves a soñar o alcanzar lo que tu corazón ansía.
No me interesa saber que edad tienes Quiero saber si te arriesgarás a
parecer una loca por amor, por tus sueños, por la aventura de estar
viva.
No me interesa saber que planetas están cuadrando tu luna. Quiero
saber si has tocado el centro de tu propia pena. Si has estado
abierta a las traiciones de la vida. O te has vuelto marchita y
cerrada por miedo a más dolor.
Quiero saber si te puedes sentar con dolor, tuya o mío, sin moverte
para esconderlo, diluirlo o arreglarlo.
Quiero saber si puedes estar con alegría, tuya o mía, y si puedes
danzar libremente y dejar que el éxtasis te llene hasta las puntas de
los dedos de tus manos y de los pies, sin advertirnos de ser
cuidadosos, ser realistas o recordar las limitaciones de ser humano.
No me interesa si la historia que me estás contando es verdad, quiero
saber si puedes desilusionar a otros por ser sincera contigo mismo,
si puedes resistir la acusación de traición y no traicionar a tu
propia alma.
Quiero saber si puedes ser fiel y por lo tanto confiable.
Quiero saber si puedes ver belleza hasta en los días feos, y si
puedes nutrir tu vida desde la presencia de Dios.
Quiero saber si puedes vivir con fallas, tuyas y mías, y todavía
pararte en la orilla del lago y gritar a la luna llena plateada...¡Si!
No me interesa saber dónde vives, ni cuánto dinero tienes. Quiero
saber si te puedes parar después de una noche de pena y
desesperación, débil y moreteado hasta los huesos, y hacer lo que
necesita estar hecho para los niños.
No me interesa saber quien eres, ni porqué estás aquí. Quiero saber
si te puedes parar en el centro del fuego conmigo sin encogerte.
No me interesa dónde, qué, o con quién has estudiado, quiero saber si
te sostienes desde adentro cuando todo se cae a tu alrededor.
Quiero saber si puedes estar sola contigo misma y si verdaderamente
disfrutas la compañía que mantienes en tus momentos de soledad.
Khalil Gibrán(1883-1931)



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